TORRE DE BABEL

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Aprendizaje Colaborativo en la Red: El retorno a la Torre de Babel con un idioma común.

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Durante los antiguos tiempos de mi paso por las aulas universitarias (tecnológicamente hablando, aunque cronológicamente hayan pasado apenas poco más de veinte años) hubo un semestre en el que cursé la apasionante materia de bacteriología médica. En ella, la profesora nos habló de las diversas formas en las que se relacionan los seres vivos durante sus periodos vitales. De ahí, aprendí el significado de los términos comensalismo, parasitismo, mutualismo, antagonismo, etc., pero hubo uno que me llamó la atención de manera especial: el sinergismo.

Este último consiste en un mecanismo de asociación que permite que el efecto provocado por dos microorganismos actuando de manera simultánea, sea mayor que el que generan cuando actúan individualmente.

Llevado al terreno de las definiciones, sinergia (del griego συνεργία, «cooperación») quiere decir literalmente trabajando en conjunto, pero con la condición de que el efecto de la influencia o trabajo de los dos o más agentes interactuando juntos sea mayor al de las acciones de los agentes por separado.

El concepto de sinergia resulta aplicable a ciertas dinámicas de aprendizaje, pero cuando se habla de aprendizaje colaborativo hay quien afirma que no es necesariamente igual al aprendizaje cooperativo, pues según autores como Panitz «La diferencia esencial entre estos dos procesos de aprendizaje es que en el primero los alumnos son quienes diseñan su estructura de interacciones y mantienen el control sobre las diferentes decisiones que repercuten en su aprendizaje, mientras que en el segundo, es el profesor quien diseña y mantiene casi por completo el control en la estructura de interacciones y de los resultados que se han de obtener«.1

Visto de este modo, es posible observar que ambos métodos han existido desde tiempos inmemoriales. En el primer caso podríamos pensar en actividades como la cacería en su versión más primigenia, y en el segundo la instrucción que los ancianos daban a los miembros más jóvenes en las protocivilizaciones humanas originales.

Pero en este punto vale la pena mencionar que el aprendizaje colaborativo podría presentarse en dos versiones: la puramente accidental, favorecida por las propias condiciones del proceso de aprendizaje, y aquella en donde la voluntad está involucrada como factor detonante de su cualidad dinámica.

El aprendizaje colaborativo que involucra la intencionalidad consciente ha dado lugar a múltiples trabajos, artículos, estudios, proyectos de investigación, etc., y esto ha permitido la elaboración de propuestas que en mayor o menor grado han demostrado su efectividad y mayores alcances que aquellos logrados a través de los métodos tradicionales de enseñanza-aprendizaje. Resulta fácil comprender por qué la participación activa de los individuos involucrados en el proceso no solamente como simples espectadores, sino como elementos activos, propositivos y con capacidad de decisión, proporciona elementos más firmes y trascendentes para la obtención de experiencias educativas infinitamente más significativas con todo lo que ello implica.

En esta propuesta, se pretende lograr una interacción que permita y estimule la reciprocidad en un equipo de trabajo en el que cada integrante asuma de manera voluntaria un compromiso con los demás integrantes a través de una interdependencia edificante que no involucre actitudes revanchistas o de competencia, y en donde la autoridad sea compartida entre todos apostando siempre al consenso en lugar de la imposición. La meta ideal involucra la construcción de conocimiento en un ambiente prácticamente lúdico en el que el entorno resulte agradable y motivador. Para ello, el grupo es el que decide cómo realizar la tarea, qué procedimientos adoptar, cómo dividir el trabajo, las tareas a realizar, etc.

Este tipo de estrategias de aprendizaje ha venido a cobrar impulso a partir de la evolución de las tecnologías de la información y el conocimiento. La gran “red de redes” conocida como internet ha resultado ser un terreno propicio para el desarrollo de este tipo de ambientes al eliminar las limitaciones propias de los horarios y la distancia.

Gracias a la amplia gama de posibilidades que estas nuevas tecnologías han traído, ya es posible no solamente usar la red como fuente de información, sino formar parte –en calidad de nodo- de los procesos involucrados en la generación de información y conocimiento participando activamente con individuos y proyectos en actividades que sobrepasan las fronteras ideológicas, territoriales e idiomáticas: una auténtica torre de Babel en la que las diferencias culturales, incluido el lenguaje, han sido superadas e incluso utilizadas como herramientas durante el proceso; una experiencia de aprendizaje que, al igual que el juego, involucra la expresión consciente de la voluntad sin coacciones ni imposiciones.

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Los esfuerzos por utilizar la red de redes como herramienta para favorecer el aprendizaje colaborativo son cada vez más numerosas y, como es de esperarse, cada vez cuentan con más adeptos dispuestos a impulsar –a veces incluso hasta de manera no muy consciente que digamos- la difusión del concepto, lo cual finalmente trae como resultado el aumento de “nodos” activos en una nueva red de aprendizaje colaborativo en la red.

Recuerdo que en mis añejos tiempos infantiles alguien me regaló alguna vez un ejemplar de una antigua revista de caricaturas llamada “Kalimán”, en la que el personaje principal era capaz de comunicarse a través de la telepatía con otras personas. Recuerdo también los anuncios de cursos por correspondencia que venían en sus páginas y la invitación a los lectores para escribir cartas enviadas por correo postal con sobre y su respectivo timbre… todo ello como nostálgicos rudimentos de lo que el actual tsunami tecnológico manifiesta con un vigor indescriptible y con claras evidencias de no parecer tener límites.

A casi un año de haber comenzado esta fascinante travesía por  las tierras ignotas –al menos para mí- del aprendizaje y el conocimiento mediado e impulsado por las TICs, me queda claro que esto definitivamente es un viaje sin retorno. Resulta imposible volver a contemplar las latitudes académicas y de la docencia con los mismos ojos del pasado después de haber sido testigo de todas las pequeñas y grandes sorpresas que incluyen estos nuevos conceptos en educación y aprendizaje.

Veo con satisfacción que a pesar de las distancias y las barreras idiomáticas, los seres humanos tenemos más en común de lo que podríamos imaginar, y que finalmente estos esfuerzos por convertirnos en cómplices de una aventura de evolución mental orientada a la civilización pensante y sustentada en principios de respeto, tolerancia y sinergismo que apuntale nuestro éxito como especie sin dejar a nadie atrás, parecen habitar de manera natural en el bagaje interno de cada ser humano, a pesar de la cotidiana inclinación por el egoísmo y la avaricia de los enfermos de poder y dinero.

Pero la principal fuente de satisfacción que he obtenido de todo esto, es ver que existe gente con voluntad de cambio que también está dispuesta a cooperar y colaborar  -términos que consideraba sinónimos y que ahora han quedado separados- para que la gigantesca consciencia humana germine inyectada de intenciones en las que se fundan las ciencias y las humanidades, la visión de un aprendizaje y una generación de conocimiento incluyente, libre, al alcance de todos, colaborativa, sin coacciones ni imposiciones despóticas, en la que cada miembro tenga los mismos derechos y alcances que cualquier otro, solidaria, lúdica, seductora, atrayente, lúdica y accesible, como ya se comienza a observar por aquí y por allá en la telaraña de la información, que comienza a desplegar su potencial de transformarse en un auténtico refugio amable de una mente humana propositiva, creativa y que apueste por su perfeccionamiento sin privilegios, exclusividades ni intereses mezquinos.

Esto debería motivar obviamente el compromiso moral personal por ser parte de esta cruzada contra los intentos de reducir al hombre a un simple cerebro mecánico programado para ser un engrane más en la máquina de nuestro actual sistema antropofágico.

En este punto me viene a la mente la pregunta: ¿Qué he aprendido de educación a distancia en la red? Que es una inigualable oportunidad para redefinir objetivos y encaminarnos a modos de convivencia que nos permitan, ya sin obstáculos, merecer el  elevado calificativo de “Homo sapiens”.

 

1. Panitz, T., y Panitz, P., (1998). Encouraging the Use of Collaborative Learning in Higher Education. En J.J. Forest (ed.) Issues Facing International Education, Junio, 1998, NY, NY: Garland Publishing

De viaje hacia la META.

conocimientopedia

La inteligencia universal está en movimiento. Nada parece ser capaz de detenerla. Se construye y re-construye en una danza multicromática y polimórfica que, a manera de voluta de humo inquieta y adicta a la metamorfosis, dibuja sinfonías en donde se amalgaman el caos y el orden en una cópula paradójica y aparentemente eterna.

Acoplar, construir, articular, ensamblar, conjuntar, unir, edificar, armar, adherir, conectar, enlazar, erigir…

Enlace, vínculo, sinapsis, conexión, lazo, unión, relación, alianza, ligadura, nodo…

Quark, protón, electrón, neutrón, átomo, molécula, célula, tejido, órgano, aparato-sistema, organismo, sociedad, humanidad,…

Glúcidos, lípidos, prótidos, oligoelementos, gametos, cigoto, mórula, embrión, feto, ser humano…

Nuestro propio sendero a lo largo de los siglos ha venido a poner en evidencia que nuestra dinámica emula a la del cosmos. La dilución incontenible del infinito, con un gesto generoso seguramente involuntario, aparenta distraerse dando concesiones de las que germinan nuestras invenciones como torres de Babel retando a la máxima entropía. Y entonces nuestra mente se hace idea, sublima sus conceptos, arma modelos, enlaza pensamientos, teje redes de nodos incontables y se transforma también en infinito.

Aprendemos. No importa si queremos o no hacerlo. Aprendemos como algo ineludible, como algo permanente y necesario: en un reflejo vital y cotidiano, aprendemos aunque intentemos evitarlo.

Pero esta disposición natural tiene sus riesgos. En la ambivalencia interna que llevamos, donde coexisten la luz y las tinieblas, podemos ver emerger destellos de consciencia pero también sombras y espectros criminales.

Y casi como si fueran extensiones de la mente, nuestras invenciones proyectan los mismos potenciales. Pueden dar luz en una planta nucleo-eléctrica o invierno nuclear con una bomba radioactiva.

Cuántas veces se ha hablado acerca del ser humano como un aprendiz de brujo desatando fuerzas que, mezcladas con el lado perverso de su naturaleza, no sabe controlar. Y vemos entonces el frenético despliegue de aparatos y artilugios tecnológicos que de inmediato son usados como eficientes recursos de auto-exterminio por las mentes embriagadas de poder y enfermas de odio, muertas espiritualmente y cómplices del suicidio.

Pero entonces surgen los idealistas. Los románticos incorregibles –afortunadamente- que apuestan por nuestra inteligencia amalgamada con valores y principios universales de empatía, solidaridad, igualdad, justicia, fraternidad, generosidad, benevolencia, sentido de equipo y comunidad, respeto, tolerancia, paciencia, etc., para sustentar un modelo vital y social con perspectivas humanistas que apunten al bien común, y no solo al beneficio avaricioso y exclusivo de los esclavos tiránicos del dinero y del poder.

paisaje puzzle

Vemos entonces propuestas que apuestan al ideal del hombre como ente social armónico y creativo, como es el caso de los cursos en línea masivos y abiertos (MOOC, por sus siglas del inglés: massive open on-line courses) y su concepto de aprendizaje y conocimiento en red y en la red sin exclusivismos ni discriminaciones, sin imposiciones ni coacción, lejos de directrices unidireccionales y obstaculizadoras de la creatividad personal, en donde se prefiere la interacción “constructiva, abierta, abundante, democrática, igualitaria, libre, lúdica, colaborativa, voluntaria, variada, social, fácilmente compartible, económicamente organizable, que permite contenidos de usuarios, incluyente a nuevos elementos y miembros, retroalimentadora respecto a experiencia personal y a objetos de búsqueda e investigación, cooperativa, solidaria, empática, abundante, diversificada, y que permitan que cada individuo sea capaz de implementar su propio ambiente personal de aprendizaje”.

Y de ahí automáticamente doy un salto a la experiencia que actualmente vivimos los actuales tripulantes de la sonda “META” que continúa con su recorrido por los pequeños y grandes universos que conforman en conjunto las tecnologías del aprendizaje, la comunicación y el conocimiento, para ser cada vez más consciente del infinito potencial integrado en toda la información existente en esos ámbitos.

De alguna manera, hemos logrado dar vida a una experiencia que reúne varias de las características planteadas por las MOOC. A título personal, observo la gran cantidad de conocimientos que solamente han sido posibles gracias a la interacción colaborativa y constructiva con los demás compañeros. Simplemente hubiera sido imposible adquirirla sin su participación. Las coincidencias de nuestras perspectivas no dejan de lado nuestras particularidades, pero en lo general se hace patente que compartimos puntos de vista semejantes en lo que respecta a pensar en el proceso de enseñanza-aprendizaje como un campo altamente perfectible y a la necesaria buena voluntad para contribuir a ello.

Dicen que los viajes ilustran. Este para mí ha sido y sigue siendo (y todo parece indicar que quedan muchas más sorpresas por conocer) una experiencia más allá de todas mis expectativas. Diversos esquemas mentales con los que llegué simplemente tuvieron que ser re-planteados –y algunos incluso desechados- gracias a los nuevos conocimientos adquiridos.

La idea de aprender en red y en la red de manera constructiva, significativa y colaborativa me activa nuevamente la idea de la posibilidad de una civilización erigida sobre los basamentos de una visión humana que prefiera el bien común. Una auténtica edad de oro tantas veces postergada. Una real sociedad de la información y el conocimiento que logre hacer de los anhelos de auto-exterminio un mal sueño del pasado.

 

“You may say I’m a dreamer,

but I’m not the only one…”

J. Lennon.

Gaia: La Red Consciente.

La hipotesis Gaia d

A lo largo de su evolución como civilización, la raza humana ha planteado en diversos momentos de la historia la idea de que la tierra es un ente consciente, auto-regulado y vivo. Este concepto es fácilmente identificable desde la figura Divina de La Pachamama (la Madre Tierra) de diversas culturas andinas  milenarias de América del sur, hasta la Diosa Gea de los griegos de la antigüedad.

Esta idea fue retomada de cierto modo cuando el químico James Lovelock, en 1969, planteó la hipótesis de Gaia (diosa griega de la Tierra,Gaia, Gea o Gaya) según la cual, el planeta Tierra se comportan como un todo coherente.

En su serie de novelas conocida como la saga de las Fundaciones, Isaac Asimov (divulgador científico prominente y prolífico escritor de casi todo tipo de temas) describe un planeta ficticio de nombre Gaia, cuya habilidad más destacable es justamente la de conservar datos e información gracias a lo cual su evolución y funcionamiento transcurre por  trayectorias nutridas positivamente por su pasado. Pero “Gaia” no tiene registros escritos: su información almacenada a partir de la experiencia global de cada uno de los seres que la habitan, es mantenida de forma activa y funcional en la conciencia colectiva de todos y cada uno de sus “nodos” (habitantes), dándole la categoría de planeta “consciente”.

Cuando reflexiono acerca de los senderos que comienzan a dibujarse por los terrenos del aprendizaje humano abiertos por las modernas tecnologías en boga, mi imaginación se proyecta a horizontes que me evocan a la Gaia que se pasea por mitologías y obras literarias.

El concepto de cursos abiertos masivos en línea (o MOOC, por sus siglas del inglés: Massive Open On-line Course) pareciera llevar implícito un objetivo quizás velado en ese sentido, pues aunque actualmente podríamos verlos tal vez a nivel de proyectos piloto, no deberá asombrarnos que en un futuro cercano estén tan diseminados como largo y ancho es nuestro planeta.

Existen tres variedades:

a)      Las centradas en las redes por sí mismas (networks): se intentan crear un ambiente ecológico del aprendizaje sustentado en las conexiones (conectivismo) y por lo tanto en las redes. Es obvio que estos sistemas implícitamente renuncian a la centralización y utilizan como piedra angular la generación de enlaces de comunicación.

b)      Las centradas en los contenidos específicamente (contents): son elaborados por  grandes corporaciones universitarias y llevan como objetivo primordial compartir contenidos.

c)       Las orientadas a tareas determinadas: llevan la intención de aplicar desarrollo de tareas y actividades definidas.

La atmósfera general que proponen los MOOC pretende ser democrática, igualitaria, abierta, libre, lúdica, colaborativa, constructiva, voluntaria, variada, social, fácilmente compartible, económicamente organizable, que permita contenidos de usuarios, incluyente a nuevos elementos y miembros, retroalimentadora respecto a experiencia personal y a objetos de búsqueda e investigación, cooperativa, solidaria, empática, abundante, diversificada, y que permitan que cada individuo sea capaz de implementar su propio ambiente personal de aprendizaje (APA, o bien PLE por sus siglas del inglés: Personal Learning Environment ), de manera que se optimice el proceso de “aprender a aprender en red y en la red”.

La utilidad de estos nuevos modos de ver el aprendizaje se hacen evidentes cuando vemos que la obsolescencia se desplaza por caminos tan vertiginosos como el mismo desarrollo científico y principalmente el tecnológico, lo que nos lleva a considerar la necesidad de una actualización constante que prácticamente nos obliga a continuar aprendiendo a lo largo de la vida.

Es un hecho ineludible que, así como muchos inventos que surgieron como caprichos generados por la simple curiosidad se han ido transformando en algo familiar y casi indispensable en nuestra vida cotidiana (como la energía eléctrica en nuestros hogares), de la misma forma las nuevas tecnologías de la información y el aprendizaje han ido cobrando una relevancia irremplazable para nuestra realidad.

Por esto, el planteamiento de transformar a la humanidad en una red global del aprendizaje, información y conocimiento resulta interesante pues lleva de forma integrada la idea de compartir fortalezas, experiencias y expectativas para evitar hasta donde sea posible los errores del pasado a través de una consciencia colectiva en la que no haya tiranos ni dictadores.

Desafortunadamente, tal y como lo indicara Mahatma Gandhi, “En este mundo hay suficiente para todos, pero no para la avaricia de unos cuantos”. Pareciera que aún queda mucho camino por andar en nuestra etapa infantil que intenta orientarse a la madurez de una dinámica inteligente, igualitaria, pensante, coherente que merezca el calificativo auténtico y genuino de “civilización”.

Todo indica que Gaia tendrá que esperar pacientemente por algún tiempo más.

Ojalá que no sea demasiado… tarde.

El aprendizaje: poesía vigorizante del universo.

POESIA 4

Frecuentemente el desconocimiento condena a la poesía a un reducto puramente literario. Sin embargo, los habitantes de la Grecia antigua liberaban el concepto a campos más abiertos en los que la actividad creativa quedaba referida a toda actividad que diera existencia y sentido a algo que inicialmente no lo tenía, tal y como queda implícito en las raíces etimológicas de la palabra “poesía” (del griego ποίησις, poiesis=creación).

Extraída de su claustro literario, la poesía involucra el ejercicio de construir nuevos significados a partir de elementos aislados que pueden incluso no tener ninguna relación a simple vista, pero que la capacidad creativa entreteje haciendo uso de las coincidencias más sutiles para elaborar constructos cada vez más complejos, de la misma forma en que la geometría lo hace en su versión más sublime que conocemos con el nombre de “fractal”.

Si algo nos distingue a los seres humanos de los demás seres vivos de manera indiscutible y con evidencias que sustentan nuestra evolución como especie, es nuestra resistencia al olvido y la tendencia a acumular el conocimiento que nos deja la experiencia. Desde las pinturas rupestres hasta las unidades de almacenamiento de información más avanzadas tecnológicamente (discos duros, unidades USB, etc.) se puede contemplar esta constante necesidad por tratar de evitar nuestra amnesia social y personal.

Sin embargo, la mera acumulación de información estaría imposibilitada para sustentar nuestro desarrollo humanístico, artístico, científico y tecnológico si no fuera por la columna vertebral que sostiene todo ese sistema al que llamamos conocimiento humano: la poesía dinámica que transforma un rompecabezas de datos aparentemente inconexos en una estructura más intrincada, pero al mismo tiempo más coherente y con nuevos significados.

Esta cualidad ha sido descrita de diferentes formas a través de ciertos modelos conocidos como metáforas del aprendizaje, principalmente aquellos que desarrollan su análisis desde la perspectiva de la participación y la creación (poiesis). Estos modelos se enriquecen al incluir en sus observaciones a esa cualidad plástica que tiene el aprendizaje de ser re-construido en sus significados y de retroalimentarse con la instrucción adquirida por otros individuos para generar conocimiento nuevo.

Desde mi punto de vista, todo este caleidoscopio de posibilidades ha ido quedando en evidencia gracias a las actividades realizadas a lo largo del curso de Aprendizaje Basado en Actividades Colaborativas Virtuales. Recuerdo cuando en mis tiempos de estudiante universitario, en la materia de microbiología, la profesora nos proporcionó un tubo de ensayo indicándonos que a lo largo del semestre aprenderíamos a aplicar las técnicas necesarias para determinar el género y la especie del microrganismo que contenía, y que el primer paso consistía en observar la muestra en el microscopio para conocer cara a cara a nuestro “problema”. Luego de preparar la muestra y de montarla en el microscopio, se acercó a preguntarnos qué era lo que observábamos, a lo cual contesté imprudentemente en tono de pregunta: “¿son bacterias, maestra?”. Ella me dedicó una mirada entre divertida y severa, e increpó: “¿Con ese tamaño?”.

En aquel momento mis bancos cerebrales de memoria no tenían registrada ni la más mínima información con respecto a las dimensiones de los diversos microrganismos, ni mucho menos de su apariencia en el microscopio. Tuve que adquirir el aprendizaje necesario para descifrar los jeroglíficos morfológicos de las bacterias, los protozoarios, los hongos y muchos parásitos antes de poder notar las diferencias entre Escherichia coli y Balantidium coli (los que se tomen la molestia de averiguar las diferencias dimensionales entre estos dos bichos, verán el grado superlativo de la exageración que estoy aplicando en esta comparación).

De un modo semejante, el trabajo con mis compañeros de equipo me ha dejado muchas y nuevas experiencias y conocimientos. La brecha generacional con la mayoría de los que cursan la maestría, lejos de ser un obstáculo, ha venido a ampliar matices precisamente por poner en juego elementos que no hubieran estado presentes de otro modo. Esto ha traído como consecuencia que nuestra experiencia común de aprendizaje tenga una riqueza más abundante que si hubiésemos trabajado de manera individual. Conocer aspectos de la realidad del otro me ha permitido transformar mis puntos de vista personales y adquirir nuevas experiencias Y herramientas que yo desconocía, y que seguramente nunca hubiera conocido si no fuera por la interacción con ellos: sitios en la red, aspectos personales, conceptos filosóficos, recursos profesionales, trucos de diversa índole y hasta detalles absolutamente ajenos a nuestras actividades académicas.

Definitivamente cada elemento constituyente de todo este proceso me ha generado cambios de interpretación, juicio, puntos de vista, opiniones, etc., en muchos aspectos que ya tenía conceptualizados de cierto modo. Como ejemplos podría mencionar que confundía las “redes sociales” con “plataformas de redes sociales”; que pensaba como algo imposible que un curso a distancia pudiera ser tan productivo o más que uno presencial, o que la información proporcionada por los alumnos llegara a ser tan trascendente como la del profesor; que no me parecía factible que un alumno pudiera ser parte fundamental, activa y dinámica del proceso de enseñanza-aprendizaje y no simplemente un mero espectador “tragando” información unidireccionalmente; y aquí dejo un prolongado y obeso etc.

Incluso, una de las principales razones por las que ingresé a la maestría, es por mi interés –que gracias a ella se ha ido incrementando- por regresar a las actividades académicas como docente universitario, pero los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de la META (maestría en tecnologías del aprendizaje) han venido a transformar por completo la idea que yo tenía acerca de la docencia, al grado de tener que re-considerar todo el esquema mental que tenía al respecto. He venido a darme cuenta de los cambios drásticamente radicales que las TICs han generado en los ámbitos educativos, y de cómo la carencia de estas herramientas pone en seria desventaja (y en un futuro no muy lejano, en absoluta imposibilidad) a cualquiera que, sin tenerlas, pretenda ingresar a las actividades docentes en cualquier nivel.

La información del video relacionado con las redes sociales introdujo en mi capacidad de análisis elementos con los que no había tenido contacto previamente. Un ejemplo  significativo fue el ver la similitud entre los fenómenos del aprendizaje y la adquisición del conocimiento, con los mecanismos a través de los cuales  la energía se desplaza en el universo, desde los microorganismos más rudimentarios hasta las galaxias más descomunales, permitiendo así la generación de estructuras cada vez más complejas. Ahí está el non plus ultra de la síntesis y la complejidad de la cibernética biológica que, por mucho, deja atrás en dimensiones cósmicas cualquiera de nuestros intentos por acercarnos a él: el ácido desoxirribonucleico o DNA; y además, tan paradójicamente microscópico que no se puede ver a simple vista.

En este sentido, precisamente el DNA es el ejemplo que la inteligencia reguladora del cosmos ha elegido en nuestro planeta como símbolo supremo de lo que se plantea en las metáforas de aprendizaje con respecto a la construcción de estructuras de información y aprendizaje. Baste mencionar que su capacidad de evolución no se ha debido solamente a mutaciones y cambios independientes, sino incluso a fenómenos tan alucinantes como la transducción, que incluye la integración de material genético extraño en los propios cromosomas, construyendo algo totalmente distinto a ambos elementos separados, como parte de los procesos involucrados en ciertas infecciones virales, modelo que actualmente se ha aceptado como uno de los motores de evolución más importantes en biología (http://es.wikipedia.org/wiki/Transducci%C3%B3n_%28gen%C3%A9tica%29).

Como se puede apreciar, la “poiesis” íntima de la informática trasciende el contexto del hombre, pero para fines de nuestra experiencia educativa, se me ocurre que la coreografía multidimensional que despliegan el aprendizaje, el conocimiento y la experiencia humana para retroalimentarse mutuamente, es una de las versiones más auténticas y sublimes de la poesía que escribe el universo.

De redes sociales y otros enredos.

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Abordar el tema de las redes desde el punto de vista de la informática implica forzosamente hacer mención del concepto de Topología, el cual se refiere a la forma en que están interconectados los distintos equipos (nodos) de una red. Desde esta perspectiva tecnológica, un nodo es un dispositivo activo conectado a la red, y podríamos mencionar como ejemplos un ordenador, una impresora, o un dispositivo o equipo de la misma red como un concentrador, conmutador o un router.

Sin embargo, es posible amplificar el concepto para referirnos específicamente a redes sociales, en cuyo caso hablamos en realidad de un verdadero tejido social constituido por individuos, y no de las plataformas virtuales denominadas así (Facebook, twitter, you tube, etc.).

Esto queda planteado de manera clara en el video “Pensar en red: las redes sociales en educación”:

http://www.youtube.com/watch?v=ZA0kMgqUYPo&feature=youtu.be

El planteamiento del documento me trae a la mente la forma en que el cerebro realiza sus funciones. Porque finalmente hablamos de una red (encéfalo) conformada por individuos o nodos (neuronas) que interactúan y se interrelacionan (sinápsis) para la transmisión de información (estímulos experimentados por medio de los sentidos, pensamientos, conocimientos, aprendizaje, etc.). Esto me lleva a considerar dichos procesos en los aspectos de acceso a la información (percepciones sensoriales), producción pública de la información (expresión de pensamientos, ideas, juicios, etc.) y la interacción con otros (intercambio de los “productos” de la función cerebral para establecer comunicación y retroalimentación con otras personas a través del habla, la escritura, u otros medios).

El modelo aplica incluso para sistemas biológicos más rudimentarios como los hongos, los protozoarios, etc. Algunas bacterias, por ejemplo, son capaces de recibir fragmentos de material genético extra-cromosomal llamados plásmidos (que puede incluir en su código alguna característica ventajosa para la sobrevivencia de la receptora), elaborar copias del mismo y luego transferirlos a otras bacterias en el fenómeno denominado “conjugación” (http://es.wikipedia.org/wiki/Conjugaci%C3%B3n_bacteriana), con lo cual cada bacteria juega el papel de nodo.

Es evidente que las redes sociales no son exclusivas de la especie humana, ni de reciente creación como muchos podrían pensar. Las interacciones entre sistemas -biológicos o no- en el universo, suelen ajustarse al modelo de la red en formas diversas. Termodinámicamente, la energía y su flujo entre sistemas que juegan el papel de nodos, actúa de la forma como lo hace la información. De hecho, la información es en sí misma una forma de lucha contra la entropía, lo cual implica que requiere de energía para poder existir. En una computadora, solo basta detener el flujo electrónico en sus circuitos para que la información se detenga tal y como sucede en el proceso al que llamamos muerte en los seres vivos.

Regresando al ejemplo del cerebro, para lograr una expresión global de su funcionamiento se requiere de la interacción de diversos sectores de la arquitectura encefálica (corteza, amígdala, cerebelo), y gracias a ello se evita un comportamiento neuronal de manada que, por las evidencias observadas en otros seres vivos más rudimentarios, no permitiría los complejos procesos cerebrales a los que estamos acostumbrados.

Todo esto me dirige a la pregunta de ¿para qué las redes sociales?, y se me ocurren varias respuestas si logramos inclinarnos más por la influencia que por el control:

  • Porque es necesario aceptar la propuesta de nuestra evolución de utilizar nuestra inteligencia como recurso de sobrevivencia.
  • Porque la uniformidad es contraria a la vida, y para que exista la diversidad se hace pertinente el intercambio de información, conocimientos y experiencias que apuntalen la interrelación y la retroalimentación creativa y constructiva.
  • Porque evitar el flujo de la información y el conocimiento se traduce en una muerte cognitiva (y no olvidemos que la muerte voluntaria recibe el calificativo de suicidio).
  • Porque de esa manera el conocimiento deja de ser una dádiva prometeica para transformarse en un pulso vital multidimensional (http://www.significadode.org/prometeico.htm).
  • Porque favorece la aparición de nuevos recursos y canales de comunicación, aprendizaje y conocimiento.
  • Porque impulsa la conciencia grupal y favorece la conciencia de la unidad y sus ventajas.
  • Porque puede amplificar los horizontes individuales y la consecuente alimentación de un criterio amplio y una mente abierta.
  • Porque puede permitir el reconocer y respetar el derecho del otro y su contexto personal.
  • Porque facilita el que cada individuo sea consciente de sus propias capacidades como parte de un todo.
  • Porque reduce tendencias centralizadas y promueve las democráticas.
  • Porque incrementan las probabilidades de que las actividades didácticas y de adquisición de conocimiento sean interactivas, atractivas y significativas.

Veo con grata sorpresa que mi idea acerca de las redes sociales sufrió una hipertrofia benigna de pronóstico afortunado. Después de haber contemplado a las plataformas de Redes Sociales como superficiales pasarelas de frivolidades, las últimas experiencias de aprendizaje en la maestría me ha traído una nueva forma de ver las posibilidades que tienen como herramientas constructivas, si se saben utilizar de manera adecuada en experiencias de aprendizaje durante actividades colaborativas virtuales y no virtuales.

Aprendizaje basado en actividades colaborativas virtuales. 1° semana. Actividad 3. (META)

manos tech

 

Después de la grata experiencia de observar el video de Metáforas del Aprendizaje sentí cono si uno de mis horizontes hubiera aumentado de tamaño.

 

Primeramente, porque creo que es admirable ver al cerebro humano tratando de analizar y comprender los mismos procesos de los cuales se vale para adquirir conocimiento, pasando a ser al mismo tiempo el observador y el observado. Realmente me ha parecido interesante observar diferentes perspectivas que intentan, cada una a su modo, explicar un fenómeno tan trascendental como el aprendizaje, sustentando su propuesta en argumentos que adquieren solidez cuando nos situamos en el punto de vista sugerido por  cada una de ellas.

Gracias a la información planteada en el video, este primer contacto a las metáforas del aprendizaje abre nuevas dimensiones en mi forma de ver los procesos involucrados en estos temas de adquisición y generación del conocimiento y la participación en él, principalmente en el aspecto que involucra su construcción gracias a la interacción con otros, dándole una categoría de “culturalmente interactiva” y por tanto dependiente del contexto en el que se genera, lo que a su vez permite comprender por qué una «verdad» del pasado puede ser una «mentira» del presente.

Aunque todos los modelos planteados en el video me parecieron atractivos, los conceptos de creación y construcción del conocimiento, aprendizaje expansivo, conectivismo y aprendizaje rizomático, los cuales vengo a descubrir ahora personalmente, me dejaron con muchas incógnitas que me motivan a investigar y  leer más al respecto, precisamente porque van más allá del paradigma a través del cual se conceptualiza a la mente como un costal receptor y almacenador de datos, como sucede con el de “educación bancaria”.

Este documento alimenta mi campo de visión acerca de la educación, el aprendizaje y el conocimiento con nuevos aspectos que de algún modo ya había vislumbrado, pero no expresados de la manera concreta en que el video lo hace. La idea de que incluso las verdades más aparentemente contundentes suelen disolverse con el paso de los años y las nuevas experiencias, me evocó aquel viejo poema de Ramón de Campoamor escrito hace más de un siglo que dice:

“En este mundo traidor

nada es verdad ni mentira

todo es según el color

del cristal con que se mira”.

Y acorde con ese mismo aforismo lapidario, me pregunto si alguna vez todos nuestros modelos y teorías acerca del conocimiento y el aprendizaje, gracias a las impredecibles danzas genéticas de nuestra especia, no serán vistas como lo son ahora la teoría de la generación espontánea y la existencia del flogisto.

Con respecto al proceso de construcción colectiva del conocimiento, y tomando como punto de partida la retroalimentación generada como parte de las actividades de esta semana entre los equipos formados, definitivamente hallo elementos absolutamente nuevos para mi experiencia propia. El ser un grupo heterogéneo que aglutina personas de diversas edades y orientaciones profesionales, provoca que se plasmen perspectivas que, al menos yo, ni siquiera me hubiera imaginado. Escuchar los testimonios vivenciales  de compañeros que han vivido desde su infancia con los prodigios tecnológicos que yo conocí hasta los 24 años -cuando apenas eran novedosos artefactos casi de ciencia ficción, y no parte de una realidad cotidiana- y el observar que incluso ya habían integrado esos recursos en su propio desempeño profesional y docente en dimensiones desconocidas por mí, me confirman sin lugar a la más microscópica duda que el ingresar a estudiar esta maestría ha sido una de las decisiones más inteligentes y trascendentales de mi vida.

Veo convencido que estas formas de participación y aprendizaje verdaderamente son capaces de lograr mecanismos y fenómenos de retroalimentación difícilmente alcanzables con la educación tradicional. El poder ver los trabajos y tareas de los demás, y construir otras colaborando activamente, por ejemplo, no era algo muy frecuente en mis tiempos de estudiante.

No pierdo de vista, por supuesto, que todas estas virtudes carecen de las grandes ventajas de la convivencia directa, personal, tangible, sensorial, humana, orgánica y “real” –palabra que entrecomillo por sus abundantes acepciones-, pero eso tampoco me imposibilita para saber apreciar sus indiscutibles ventajas y las excelentes oportunidades que proporcionan.

El haber conocido y vivido los métodos tradicionales cuando simplemente no había otras posibilidades, y venir ahora a conocer las nuevas tendencias en estos linderos, me deja en una posición desde donde puedo contemplar a través de una perspectiva global, que permite poner en drástica evidencia las diferencias de cada una de ellas más allá de la teoría.

Completamente satisfecho con todo lo que hemos vivido juntos esta semana, les envío un saludo a todos.

Abel.

De Travesías Ignotas y Cruciales (TICs).

beagle

Hace ya casi un año decidí dejar de postergar un viaje que venía soñando desde hace mucho tiempo. Desempolvé entonces mi maleta, metí en ella las neuronas que Kronos me ha respetado, y abordé un barco crucero que lleva el nombre de “META” hacia un destino que yo ni imaginaba: las travesías ignotas y  cruciales de las Tecnologías de la Información y el Conocimiento (TICs).

En cada nuevo océano que visito, evoco al viejo Darwin y su “Beagle”, y me imagino sus pupilas dilatadas por los estímulos de sus descubrimientos. Porque este viaje a través de los mares digitales, de los cantos de sirenas tecnológicas, de mapas instruccionales orientando la marcha, de modelos de aprendizaje que han sido erigidos como faros y nos indican qué mar vamos surcando, de “Atlántidas” virtuales a los que el hombre puede tele-transportarse sin tener que cargar con su osamenta, y de tripulación como de entes fantasmales conociéndose sin necesidad de verse, ha venido a refrescarme por completo mi adormilada capacidad de asombro.

En esta travesía, después de dos décadas de auto exilio de las aulas, menos de un año ha sido suficiente para ver cuánto las cosas han cambiado desde que yo fui alumno, y la forma drástica en la que anuncian una metamorfosis cada vez más versátil y abundante.

Por eso, mis queridos camaradas, a todos los que dijeron que a mis años eran descabelladas semejantes andanzas, a los que me acusaron de delirios quijotezcos cuando les dije que iba tras de molinos de aprendizajes nuevos, a los que señalando mi calvicie y mis canas sugirieron que mejor me acomodara en un mullido sofá de adulto jubilado, debo decirles que aquél viejo refrán del perro añejo negado a trucos nuevos, es igual a las leyendas de serpientes mitológicas y monstruos del océano que quisieron amedrentar a los marinos. El mar no se transforma en un abismo cuando se funde con el horizonte.

Si hay eventos cruciales por senderos ignotos que germinan travesías teñidas de sorpresa, la META1 es una de ellas. Sugiero no dejen de abordarla.

Un abrazo efusivo.

Abel.

(META1: Maestría en Tecnologías del Aprendizaje. Impartida por el CUC de la UDG)

La Torre de Babel

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  «Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y dijeron: Edifiquémos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo. Y dijo Jehová:  Confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra…»

Génesis. 11 (1:9)

Bienvenido a esta «Torre de Babel», un espacio virtual buscando un orden en el caos de las lenguas de los hombres.

Sin más límites que los del universo sin fronteras de la imaginación, se pretende formar en este espacio una caja de Pandora de donde fluya un fractal del pensamiento,

Planteando una pasarela de sorpresas, queda abierta esta puerta a los posibles inventos de la mente en su búsqueda por conocer el cosmos.

Que se despliegue la vela y leven anclas.

Abel.